Pero es prácticamente imposible consolarse de esa manera porque es la vida que tengo, la que me toca vivir, a la que tengo que cuidar y poner solución. Noto que hago cosas para evadirme, para no pensar, para cerrar los ojos y desear que al abrirlos todo esté del derecho de nuevo.
Me tumbo y miro al cielo.
Me relajo.
Me dejo llevar.
Deseo volar lejos de todo, sin dejar huella.
Pero no puedo volar, ni siquiera con la imaginación. Sentada en el coche, o en el metro, o sacando a mi perro a pasear...siempre acabo pensando en las mismas cosas. Siempre atascada en el mismo punto.
Se me acaba el verano y ya ni podré tumbarme a mirar el cielo.
Se me acaba el tiempo.

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