jueves, 16 de julio de 2009

Tiempo que pasa

Muchos días, muchas semanas e incluso meses sin escribir. Creía que no me volvería a hacer falta pero está claro que nunca se puede dar nada por hecho. Después de casi tres años aún parece, más a menudo de lo que debería, que no me conoce en absoluto. Siempre agobiando con preguntas. Siempre preguntando sin haberse dado cuenta de que mi malestar es culpa suya. Casi tres años sin ponerse ni un solo día en mi lugar. Estoy cansada.

Me siento terriblemente sola en estos momentos. No sé qué hacer, qué decir, con quién hablar. Sólo parece que me queda la impersonal página de mi blog para intentar tener un pequeño desahogo. Si hay algo que sí he expresado son mis ganas de comenzar una carrera, aunque me asuste, evidentemente. Si hay algo que he dicho es que quiero trabajar. Y él se cansa de decirme que cree que lo haré bien, que se me da bien, que me aclimataré en pocos días. Puta palabrería vacía. Cuando se presenta la primera oportunidad mi mayor delito es no haber escuchado el teléfono. Y tan solo una hora después el recomendado es otro. Un gran apoyo, muchas gracias. Has ayudado mucho a mi autoestima. Por no escuchar el teléfono. Como si no hubieras podido llamar al de casa, que sabes que con toda seguridad lo hubiera oído. Y luego intenta arreglarlo como un idiota. Como un gran idiota. "Pero si quieres vas tú". Claro, y ahora llamas al otro recomendado y le dices que le den por culo que ya no tiene trabajo. Muy profesional y de ser muy buen amigo sobre todo.

Eres un gilipollas. Un gilipollas que no ve más allá de sus narices y que sólo se mira el ombligo. Incapaz de ver qué has hecho mal. Tan tonto que hay que decírtelo todo joder. Tres años y aún no me conoces una mierda. Estoy harta de todo esto. Muchas gracias por tu confianza, menos mal que te tengo al lado que si fueras mi enemigo no sé qué harías. Vete a la mierda.