jueves, 30 de agosto de 2007

Independencia

Cuando era pequeña imaginaba que cundo tuviera 25 años estaría totalmente independizada. Pensaba que era muy fácil, tanto como desearlo, el conseguir una casa, un coche, un perrito que me hiciera compañía. Evidentemente nada es tan sencillo. A mis años no tengo un duro ni lo gano como para irme ni debajo de un puente. Sin embargo ganas no me faltan.

Hoy en día se critica mucho a los jóvenes porque nos marchamos muy tarde de casa. No sé si a todos los que lo hacen les gusta o si simplemente no pueden. Quiero pensar que es lo segundo pero sé de primera mano que hay muchos casos de la otra opción. Lo vivo de cerca.

Y encima se supone que no tengo tanto de lo que quejarme porque en mi caso fue mi padre el que se emancipó al casarse por segunda vez después de enviudar. Es decir, que hacía vida de piso compartido con mis hermanos, que en mi caso es muchísimo peor que tener compañeros de piso que son sólo eso.

Ayer me desperté de un sueño en el que me había convertido en dueña y señora de toda mi casa. Que había sido capaz de comprar sus correspondientes partes a mi familia y que la casa que una vez compartimos era toda mía. Lo primero que hacía era cambiar la cerradura. Y durante un buen rato seguí soñando despierta, decorando y arreglando la que ya era mi casa. Pintar así, los muebles asá, cambiar el suelo...montones de cosas.

Hoy me he dado cuenta de que estoy tan harta de estar aquí que si puidera marcharme mañana mismo a compartir un piso o alquilar el mío propio lo haría sin dudarlo. Empaquetar y a correr y ahí se queden con sus miserias. Ya me he cansado de hacer favores, de limpiar para desagradecidos e irrespetuosos, del interés puro y duro, de borderías y mierdas. Ya me he cansado. Tal vez en los próximos años no gane mucho dinero, pero por mi madre que si estudiar ese jodido módulo que tanto me acojona es el billete para salir de esta cochiquera, me saco ese título pase lo que pase. Y curraré como pueda, y me mantendré como pueda. No creo que me faltase ayuda si viniesen las vacas flacas. Pero quiero al fin tener algo mío. Quiero valerme por mí misma, cosa que mi hermana de casi 40 años aún no hace. Quiero sentir que si curro, si limpio, si me encargo de que las cosas en casa se hagan, de que se paguen los recibos, de que haya comida...quiero que sea para mí o para quien yo quiera y no para quien se aproveche de mí. Quiero cerrar la puerta tras de mí y allá se queden hundidos en su mierda.

Pero ahora viene también una gran pregunta. Estando emparejada como estoy, ¿no sería lo lógico irme a vivir con él? Supongo que sí, pero es pensarlo y se me ponen los pelos de punta. No estoy en absoluto preparada para eso. Pero creo que él no lo entendería o entenderá si llega el momento. Reflexiono sobre ello y creo sentir la necesidad de saber cómo es valerme por mí misma, sin ayuda, tener independencia de verdad. Es muy pronto para pensar en vivir en pareja, por lo menos para el tipo de relación que quiero llevar en este momento. Quizá él no lo entienda porque se siente más comprometido que yo en este momento. Pero no puedo hacerlo.

No sé qué ocurrirá. Creo que la idea del módulo, por mucho que me asuste, es una realidad a la que me voy a enfrentar. Tengo que empezar a creer que aunque va a ser duro, voy a poder con ello. Que la recompensa merecerá la pena. Siempre pienso en el miedo que me da hacer cualquier cosa y no en las cosas buenas que puede aportarme.

Poco a poco tengo que buscar y traer de vuelta la confianza en mí misma que he perdido hace mucho. Nadie puede ayudarme en eso aunque valoro y agradezco infinitamente los consejos y palabras de apoyo de la gente que me quiere y que cree en mí mil veces más de lo que yo misma creo.

Es la hora de vivir. Para querer morirme ya tendré tiempo.


Cojamos el timón y marquemos un rumbo

lunes, 27 de agosto de 2007

Algo cotidiano

A veces la anécdota más tonta del día es la que peor te hace sentir y la que recuerdas durante días. Hoy me vuelto a sentirme torpe. He intentado arreglar una cosa en mi casa y me la he cargado del todo. Y he roto a llorar como una niña pequeña, como si no tuviese arreglo.

No importa que algo se rompa cuando se puede reemplazar. Es la sensación de rabia, de querer hacer las cosas bien y acabar poniéndolo todo del revés, de sentirme torpe e inútil hasta para lo más sencillo. Y ya lo traslado al resto de mi vida.

Hoy parece que nada va hacia donde tiene que ir. Los demás se asustan. Yo creo que a estas alturas sólo me siento a llorar en el camino.

domingo, 26 de agosto de 2007

Berta

No sé muy bien por qué le dedico una entrada.

Berta es la típica chica que se gana a cualquiera en poco tiempo. Es preciosa, simpática, graciosa, muy trabajadora, responsable, más buena que un pedazo de pan.

Berta es una chica que me ha hecho sentir una punzada de celos desde que la conozco. Primero por un motivo y después por otro. Pero siempre me ha caído muy bien. Así es ella.

Cuando les veo juntos, de tan buen rollo, siempre acabo pensando en que han estado liados. Pienso que podría tener a una chica como ella y que se le ha ido la cabeza por estar con una chica como yo. Y siempre tengo miedo de que se dé cuenta de ello, que se dé cuenta de que puede tener lo que quiera, que yo al lado de una chica así no soy nada.

Berta es una chica que llegará lejos en la vida, espero que así sea. De hecho, confío en que lo hará. Y ojalá nada le haga cambiar.

jueves, 23 de agosto de 2007

A un beso mío le llaman ruina

Tranquila cosita, ya me voy
quemao por dentro y lleno de espinas
me llevo colores que le robé al día
pa pintar mis noches que andan descolorías.

Y me sobran motivos para andar jodido y sin alegría
algo he perdío y pa un beso que escondo van y me lo quitan
se acerca el dolor sin invitación a jugar en la herida
me sale mal to
mi pequeña estrella debe estar fundida
me sale mal to
mi porción de suerte aún no ha sido partía
me sale mal to
lo más sencillo me enreda y me complica
y esnifo confusión

Profundo me hundo, ¡un cable!
que vago sin rumbo y me cuesta encontrarme
me noto apagao, a oscuras
como cielo cerrao en días de lluvia

Y me sobran motivos para andar jodido y sin alegría
el sol no ha salido y a un beso mío le llaman ruina
se acerca el dolor sin invitación a jugar en la herida
me sale mal to
mi pequeña estrella debe estar fundida
me sale mal to
mi porción de suerte aún no ha sido partía
me sale mal to
lo más sencillo me enreda y me complica
y bebo confusión

Los recuerdos me golpean, me están quemando con velas
las neuronas me putean y al agobio me encandenan
el silencio se me mete por el cuerpo a escondidas
se viste la soledad pa pasar conmigo el día
y me sobran motivos para andar jodío, hecho un lío
se me ha caído la risa y pa un beso que guisan, no tengo apetito
y vuelve el dolor con la misma intención que anteriores visitas

me sale mal to
mi pequeña estrella debe estar fundida
me sale mal to
mi porción de suerte aún no ha sido partía
me sale mal to
lo más sencillo me enreda y me complica
y fumo confusión

Apatía y tristeza, ahora vendrán
que ya he puesto la mesa y sobre ella desnudas mis putas dudas
tranquila cosita, no ha sido nada
pal corazón tiritas y pa mi rabia pomada
¡que no ha sido nada!


Sínkope, A un beso mío le llaman ruina

Raro, raro, raro


"Qué extraño, es como si entrara una jirafa en la habitación"

miércoles, 22 de agosto de 2007

Vuelta a Empezar

Eso parece. Después de tres meses deambulando entre la pereza, la indecisión y las pocas ganas que me quedan de hacer nada voy a volver a trabajar. Pocas horas, poco sueldo, pero tengo que prever que es posible que en Octubre me vuelva a encontrar frente a las puertas del instituto. Ayer me metí en la boca del lobo y creo que no voy a poder salir.

A veces sigue apeteciéndome enfrentarme a ese reto. Otras no. La mayoría, como de costumbre. Pero se me cae la cara de vergüenza al pensar en confesar lo que hice, que lo abandoné. Cada vez me siento más obligada a retomarlo, me guste o no, así que ya puedo ir haciéndome a la idea.

Ayer no fue un buen día. Era la primera vez que me sentía preparada para hablar de estos temas, que no trato con nadie. Después de visitar a mi padre y de decir con mi mejor sonrisa falsa que estaba encantada con el módulo y que puede que me cambiase a Realización este año me di cuenta de que he cavado mi propio hoyo, en que tendré que esconderme los próximos dos años, me guste o no. El caso, que cuando volví y traté de eplicarme, me encontré con una total incomprensión. No digo que no lo intente, pero a veces hay que pensar un poco antes de hablar. Decir que qué explicaciones tengo que darle a mi padre... Bueno, no son explicaciones, tengo casi 26 años y tengo total independencia. Pero por respeto, por dignidad, por no sentir que le he vuelto a fallar, no puedo contarle lo que he hecho. No puedo volver con las orejas gachas a decirle que tenía razón, que he vuelto a abandonar.

Mi padre sólo quiere que sea feliz, por supuesto, pero también quiere que me asiente de una vez, que coja las riendas de mi vida y no las suelte a la primera de cambio. Yo también quiero eso, quiero paz y estabilidad, sentirme útil y motivada, es lo que más me apetece en el mundo. Soy joven, sí. Aún puedo experimentar y buscar, en principio sí. Pero no estoy donde pensaba estar a los 25. No tengo nada a lo que agarrarme, nada que sea mío. Y lo quiero. No puedo seguir dando tumbos por ahí aunque tú digas que no te parece que esté haciendo nada malo. Yo tampoco creo estar haciendo nada malo. Simplemente no estoy haciendo nada con mi vida. Lo que pasa es que es muy sencillo hablar cuando tú ya has encontrado lo que te gusta, lo que se te da bien y además tienes la suerte de que las dos son la misma cosa.

No creo que hayas intentado ponerte jamás en mi lugar. No creo que sepas lo que siento. Así que no necesito que me digas que pare de ya de llorar si llorar es lo único que me apetece. No quiero que me digas que no me agobie cuando sabes que es imposible. No quiero que me digas que exagero o que lo tomo todo a la tremenda cuando ni siquiera puedes hacerte una idea de cómo me siento. Supongo que me dirías que soy yo la uqe no dejo que me conozcas, que no te cuento nada. A lo mejor no me haces sentir lo suficientemente cómoda como para hablar de lo que me pasa por la cabeza.

Piensa por una vez que, tal vez, tú tampoco lo estás haciendo bien.

domingo, 12 de agosto de 2007

La Soledad es...

...Estar rodeado de gente y pensar sólo en la que falta.

Eso dicen.
Cuando era pequeña siempre creí que mantendría mis mejores amigos hasta el final. Al menos, la más importante de ellos. El colegio y el instituto fueron épocas duras para mí. La crueldad de los niños, las primeras decepciones, las primeras grandes pérdidas de cosas que te importan. Para darme ánimos siempre trataba de pensar que cuando me hiciese mayor todo eso cambiaría. Que cuando eres mayor ya no tienes que aguantar las tonterías que tanto duelen. Durante un tiempo fue así. Durante un tiempo era feliz así.

Pero nada dura. Si algo me ha enseñado mi vida es que todo es pasajero. Todo. No hay nada que dure para siempre por mucho que nos empeñemos. Volví a quedarme sola después de mucho tiempo. Volvieron las niñerías de patio de colegio donde unos se dejan de hablar a otros, donde las cosas no se solucionan hablando, donde "yo me enfado contigo porque has sido mala con mi amigo". Me agota, la verdad. Me agota la inmadurez de algunos y algunas. A lo mejor es que yo era madura antes de lo que me tocaba. De hecho ahora noto una regresión. A veces me sorprendo actuando o hablando como una niña. Puede parecer tierno. Yo creo que es un síntoma de involución personal.

He cambiado tanto que casi no me reconozco. Nunca he sido especialmente extrovertida pero una vez pasada la fase de "rotura de hielo" siempre he creído que soy una persona cariñosa, buena amiga aunque me hayan acusado de lo contrario. Como me ha dicho hoy mi ángel de la guarda, siempre he creído que tenía cosas buenas que ofrecer a los demás.

De un tiempo a esta parte todo ha pasado del blanco al negro. Diametralmente opuesto. Me siento sola. Es como estoy en realidad porque salvo dos personas, nadie más comparte mi vida de cerca. Y esas dos personas no pueden verse entre ellas. Esas dos personas son parte de la maraña que he hecho con los hilos de mi vida. Yo les he puesto donde están y cada vez me doy más cuenta de que no tendría que haber tocado nada. Que todo estaba bien como estaba.

Me siento sola porque a una de esas personas no la dejo entrar por completo en mi vida, le oculto cosas, le oculto mi estado de ánimo, mis verdaderas preocupaciones y miedos y encima le castigo diciendo que no me entiende. Más bien no dejo que me entienda, soy consciente, y reticente a cambiarlo.
Me siento sola porque la otra persona no es una persona en mi vida. Era mi vida entera hasta hace bien poco. Era mi amigo, mi compañero, mi verdadero primer amor. Mi futuro. No ha dejado de ser ninguna de esas cosas, pero le alejé de mi lado. Me he preguntado tantas veces si hice bien... Pero no puedo decírselo. Ahora se empieza a elevar suavemente (como él dice) y no quiero volver a hacerle daño, no quiero que tenga más dudas ni sufrimiento. Se merece todas las cosas que quise darle y no pude. Sólo espero que me deje estar a su lado toda la vida para cerciorarme de que está bien. De que es feliz.

Hace mucho tiempo que yo no me siento feliz. Y en esta racha de lágrimas y tristeza que ya dura más tiempo del que esperaba no consigo ver un poquito de luz en el camino. Lloro de buenas a primeras, vuelvo a no dormir por las noches, sigo dando vueltas y más vueltas a mi futuro incierto, al que tengo miedo de ir a buscar. Intento evitar las balas que dañen mi coraza ya bastante destruída con el paso del tiempo. Casi no me quedan ganas.

Me gustaría levantar un día los ojos del suelo, que ya lo tengo muy visto. Y encontrar de nuevo la razón que una vez me impulsó a cambiar radicalmente mi vida y comenzar otra nueva. No necesito que sea la vida perfecta. Me conformo con que no me dé asco levantarme cada mañana. Ya no aspiro a la felicidad que hacía brillar mis ojos y que me mantenía las mariposas en el estómago. Me conformo con no sentirme inútil y desgraciada.

Me basta con no necesitar agachar la cabeza nunca más.

Me da la Vida

Los abrazos interminables.

Que me mires a los ojos.

Las palabras de cariño, apoyo y ánimo.

Que no te importe que mis lágrimas empapen tu ropa.

Que seques mi llanto con los dedos.

Tenerte cerca.

Que a pesar de todo, creas en mí.


Nunca podré agradecerte lo suficiente el bien que me haces, tu apoyo, tu ánimo. Me enseñas cada día que se aprende de cada cosa que hacemos y se paga un precio por ello. Ahora creo que he aprendido poco y pagado mucho pero cada vez que te tengo a mi lado descubro que no he perdido la esperanza de cambiar las tornas algún día.

Te quiero.

Siempre.

viernes, 10 de agosto de 2007

Harta

De ocuparme de la vida de otros y no de la mía.

Se acabó.

miércoles, 8 de agosto de 2007

Esta mañana

Me desperté temprano y me sentí rara.

Di media vuelta y me quedé mirándote mientras dormías.

Sentí que no era donde debía estar despertándome.

Eché de menos mi casa.

Dos segundos después pensé que debo estar volviéndome loca. Pero sentía que quería estar sola.

Pero es más sencillo dejarse querer. Aunque suene egoísta.

Deseo dejar de ser egoísta.

lunes, 6 de agosto de 2007

Por el espacio

A veces me gusta tumbarme de noche en la hierba de un parque y mirar las estrellas cuando la contaminación de la ciudad lo permite. No entiendo de Astronomía. Sólo admiro la inmensidad. Y siempre que lo hago acabo sintiendo lo mismo. Soy la mota de polvo más insignificante del universo y sin embargo siento que mis problemas son más grandes que todo eso. Intento sentirme más humilde y pensar en lo bueno que tiene ser quien soy y tener lo que tengo.

Pero es prácticamente imposible consolarse de esa manera porque es la vida que tengo, la que me toca vivir, a la que tengo que cuidar y poner solución. Noto que hago cosas para evadirme, para no pensar, para cerrar los ojos y desear que al abrirlos todo esté del derecho de nuevo.

Me tumbo y miro al cielo.

Me relajo.

Me dejo llevar.

Deseo volar lejos de todo, sin dejar huella.

Pero no puedo volar, ni siquiera con la imaginación. Sentada en el coche, o en el metro, o sacando a mi perro a pasear...siempre acabo pensando en las mismas cosas. Siempre atascada en el mismo punto.

Se me acaba el verano y ya ni podré tumbarme a mirar el cielo.

Se me acaba el tiempo.