viernes, 7 de agosto de 2009

Tengo entre mis riquezas la sapiencia del fracaso

En uno de los habituales vaivenes del ánimo y la existencia otra vez veo que el futuro sigue sin tener un color definido para mí. Creí que sí, que esta vez era la definitiva, que por fin podía decir con la boca grande lo que quería hacer. Pero me he equivocado. No debería haber elegido aquello en lo que diariamente me tendré que comparar con la persona con la que comparto la vida. Sobre todo porque es mejor que yo y muchas veces, de manera inconsciente, me lo restriga por la cara.

Me revienta que no se de cuenta de que me duele, de que para mí es agobiante tener encima la presión y la realidad de que siempre me llevará ventaja, de que siempre será mejor que yo. Hasta ahora destacaba por algo, ahora estaré de nuevo a la sombra de otra persona. Y ni que decir tiene que trabajar en el mismo sitio y que la competencia sea palpable no va a ayudar en absoluto a calmar esta desazón.

Me siento mal, me siento inútil e incompetente. Ayer, viendo mi posible primer lugar de trabajo me di cuenta de que no voy a encajar. De que yo no sé hacer lo que hace él, de que haré el ridículo si alguna vez me llaman. Ayer me di cuenta de que no sirvo más que para trabajos de mierda en los que la dificultad y la responsabilidad brillan por su ausencia. Es un destino que me está costando asumir pero tendré que hacerlo tarde o temprano. No me queda más remedio.

Un fracaso de vida, un tiempo perdido y un porvenir que no me ofrece ninguna ilusión.

jueves, 16 de julio de 2009

Tiempo que pasa

Muchos días, muchas semanas e incluso meses sin escribir. Creía que no me volvería a hacer falta pero está claro que nunca se puede dar nada por hecho. Después de casi tres años aún parece, más a menudo de lo que debería, que no me conoce en absoluto. Siempre agobiando con preguntas. Siempre preguntando sin haberse dado cuenta de que mi malestar es culpa suya. Casi tres años sin ponerse ni un solo día en mi lugar. Estoy cansada.

Me siento terriblemente sola en estos momentos. No sé qué hacer, qué decir, con quién hablar. Sólo parece que me queda la impersonal página de mi blog para intentar tener un pequeño desahogo. Si hay algo que sí he expresado son mis ganas de comenzar una carrera, aunque me asuste, evidentemente. Si hay algo que he dicho es que quiero trabajar. Y él se cansa de decirme que cree que lo haré bien, que se me da bien, que me aclimataré en pocos días. Puta palabrería vacía. Cuando se presenta la primera oportunidad mi mayor delito es no haber escuchado el teléfono. Y tan solo una hora después el recomendado es otro. Un gran apoyo, muchas gracias. Has ayudado mucho a mi autoestima. Por no escuchar el teléfono. Como si no hubieras podido llamar al de casa, que sabes que con toda seguridad lo hubiera oído. Y luego intenta arreglarlo como un idiota. Como un gran idiota. "Pero si quieres vas tú". Claro, y ahora llamas al otro recomendado y le dices que le den por culo que ya no tiene trabajo. Muy profesional y de ser muy buen amigo sobre todo.

Eres un gilipollas. Un gilipollas que no ve más allá de sus narices y que sólo se mira el ombligo. Incapaz de ver qué has hecho mal. Tan tonto que hay que decírtelo todo joder. Tres años y aún no me conoces una mierda. Estoy harta de todo esto. Muchas gracias por tu confianza, menos mal que te tengo al lado que si fueras mi enemigo no sé qué harías. Vete a la mierda.