domingo, 3 de enero de 2010

Insomnio

De vez en cuando, cuando retomo el blog, en un solo día puedo escribir lo que le correspondería a dos semanas. Ahora mismo la falta de sueño está perturbando mis pensamientos y me descubro dando vueltas en la cama sin poder perder la consciencia ni tan siquiera cinco minutos.

Hoy mismo he leído en otro blog que a veces pensar es una manera de auto-flagelación en algunas ocasiones. Cuánta razón. Es como una droga que, aun sabiéndola dañina, no puedes dejar de consumir. Y las largas noches de soledad frente al ordenador son un momento más que propicio para que de nuestras cabezas escapen los fantasmas que durante el día mantenemos emparedados entre los muros de la rutina y las cosas por hacer.

Siento la fragilidad en mis palabras, en mis pensamientos. Es muy cansado caminar todos los días con una coraza de fortaleza a cuestas. Sólo cuando llega el final del día y el sueño aparece a mi alrededor para llevarse a las personas a su mundo es cuando puedo dejar la armadura caer y quedarme desnuda, tanto de cuerpo como de alma. Dejar que el cerebro vuele a donde quiera ir, aunque casi siempre sean lugares tristes. Desgraciadamente no vale la pena forzar un viaje a la utopía si, cuando menos te lo esperas, te das el batacazo con la realidad.

No puedo negar mi preocupación. Por la situación, por los sentimientos raramente contradictorios, por el paso del tiempo. Más que nunca siento cómo mi propia vida avanza por estar ligada a la vida de otras personas, no porque yo maneje los hilos. Qué frustrante es. Hacía bastante tiempo que no me ocurría.

Siempre creí que eran unas manos fuertes. Pero no pude sujetarlos.




Es más o menos como me siento. Miro mis manos y pienso en cuántas cosas han vivido, tocado, amado, sentido. Creía que eternamente podría abarcar cualquier cosa con ellas pero en el fondo son manos débiles. Todos creen que son fuertes, pero se equivocan. Qué poco he dejado que me conozcan. Porque en realidad nada hay de fuerza en mí, y siempre he hecho creer que sí. Pero no me siento segura dejando de aparentar. Aún no en encontrado el momento de ser vulnerable. Y estoy muy cansada.

Tener siempre dudas y pensamientos que te carcomen es francamente agotador. Y da mucha rabia que ni siquiera la persona que mejor debería conocerte se dé cuenta de lo complicadas que son las cosas para ti. Si yo he sido capaz de llegar a conocerle, creo que lo suficientemente bien, ¿por qué no me siento correspondida? ¿por qué vuelven a atacarme las punzadas de la desconfianza? ¿por qué me siento la esposa aburrida y estúpida que recibe con sonrisas al marido que llega de trabajar y a saber qué más?

No puedo vivir eternamente con esa desazón, con esa incertidumbre y con la soledad que me provoca el sentirme una desconocida para todo el mundo, incluso para él. Y sobre todo, no sé cuánto tiempo más podré aguantar de esta manera. Temo que llegue un día en el que no pueda controlarlo y explote espectacular y estrepitosamente. En ese momento Laura sólo será polvo que viaja hacia las estrellas, y mi recuerdo la estrella más fugaz de todas.


Cada herida me recuerda que soy un globo de feria por explotar





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