lunes, 3 de septiembre de 2007

Septiembre

El verano ha pasado volando, como sabía que ocurriría. Tres meses desde que terminó mi último contrato. Ha sido un buen verano, he salido mucho de Madrid a sitios muy distintos y me ha venido bien. Pero es ahora, cuando la sombra de la rutina vuelve a planear, cuando noto que me vuelve el agobio. Sería síndrome postvacacional si supiera a qué rutina vuelvo, pero como no tengo ni idea...

Dentro de dos días empiezo un trabajo nuevo que no me ilusiona en absoluto y que me apetece menos todavía. Me paso el día mirando anuncios de pisos y habitaciones en alquiler que no voy a poder pagar porque mi sueldo es o será una risa. Mañana acompaño a mi chico al instituto que abandoné hace ya cinco meses y me aterra sólo pasar por la puerta.

Me gustaría que todo fuera más sencillo. Creo que si pudiera irme de casa afrontaría el resto con más vigor porque ahora mismo este ambiente me tiene amargada y asfixiada. Sé que no quiero estar aquí porque cada vez que entro por la puerta deseo que no haya nadie aunque sepa que es improbable. No quiero cruzarme con ella, no quiero ocuparme de nada de la casa. Antes no me importaba tomar un poco las riendas, no me importaba ir a la compra, pagar recibos...pero ahora, si no fuera porque mi padre sigue confiando en mí para que lo haga, lo mandaría todo a freír espárragos.

Ojalá encontrara a alguien de confianza que quisiera compartir un piso conmigo. Alex era mi mejor opción ahora que vuelve de Canarias pero, como es lógico, quiere vovler un tiempo a su tierra antes que pensar en irse a otra ciudad. Y de la gente que conozco, pues como que no. El que no está independizado ya no tiene ganas de estarlo. Ojalá la segunda habitación de la casa de Berta se quedase libre, me iría sin dudarlo. Aunque la casa no sea una maravilla, sólo la compañía merece la pena.

Espero encontrar a alguien que quiera o en su defecto, unos compañeros con los que la conviviencia sea grata y fácil. Ojalá pudiese irme sola.

En fin, estoy con la expectativa de lo que sentiré mañana cuando llegue al módulo, de si me encontraré a algún profesor que me pregunte qué tal, por qué me fui, si voy a volver. Quiero saber lo que siento al cruzar esas puertas otra vez, por las que huí despavorida. Seguramente se merecerá una entrada mañana.

Ahora, a las 2.20 de la mañana, voy a intentar que me entre el sueño porque no tengo ganas de pasar otra noche en vela. Buenas noches.

No hay comentarios: